Sunday, August 22, 2004

Segunda Carta Pública a Jorge Rodríguez

Caracas 20 de agosto de 2004

Te escribo esta segunda carta con la certeza que no tendrá ninguna influencia en ti, sé de antemano que lo que pase al país te tiene completamente sin cuidado, sin embargo no puedo dejar pasar la oportunidad de escribirte para felicitarte.

Sé que te extraña que te felicite, pero la felicitación tiene una razón de ser, te felicito porque has logrado tus propósitos, te felicito porque has logrado que Chávez se mantenga en el poder, no sabemos por cuanto tiempo más, pero por ahora tu trabajo está completo, además te felicito porque has logrado que las alcaldías y las gobernaciones que hoy ostenta la oposición, y que son tan antipáticas a Chávez, pasen a manos chavistas, como todos los poderes y todos los puestos públicos del país. No cometerás la imprudencia de preguntarme como, si todavía no se han realizado las elecciones regionales, soy capaz de asegurar lo que aseguro, porque me imagino que no te atreverás a sugerirme que vaya a votar otra vez bajo este régimen, bajo tu conducción, bajo tus reglas.

Y me permito darte las gracias luego de felicitarte, gracias porque no queda nadie en su sano juicio que dude del fraude electoral que se cometió en Venezuela el 15 de agosto, y no creo que se necesite ser un experto en estadísticas para darse cuenta, solo con ser venezolano se puede saber que es imposible que el NO haya ganado en el Zulia, es imposible que Chávez haya sacado más votos que en su primera elección (perdóname pero no es que no crea en las bondades de Chávez, es que simplemente va en contra de la máxima que dice que el poder desgasta), es imposible que Chávez ganara con el 70% de los votos en algunos estados, es imposible que tus seis billones de electores chavistas no hayan salido a la calle a festejar, y es imposible que la oposición no haya siquiera sacado el número de votos que obtuvo para lograr el referéndum en los diferentes episodios que nos costaron sudor y sangre para recoger las firmas en una población aterrorizada por la desvergonzada presión que ejerció el gobierno para amedrentar a sus empleados para que no firmaran, resulta que ahora me dices que en una votación secreta no obtuvimos siquiera la misma cantidad de votos que en esa oportunidad. Eso se explica porque es muy difícil hacer el fraude y tener resultados cónsonos con la lógica más elemental, lógica que seguro consideras que no tenemos los venezolanos, o que te la puedes pasar por alto con esa tranquilidad tan pasmante que te ha salido últimamente.

Otra razón por la que te doy las gracias es por el orgullo que me produjo ser venezolano el día 15 de agosto, cuando luego de soportar más de ocho horas de cola, constaté en mi propio cuerpo las bondades de este pueblo maravilloso que te has encaprichado en destruir, cuando mujeres, ancianos y nuevos votantes disfrutaban en una cola insoportable, pensando que había llegado la hora de pasar a tiempos mejores, y soportamos todos los rigores climáticos, las demasiadas horas, el hambre y la sed, cuando vecinos a los sectores de las votaciones se acercaban con agua, refrescos, pancitos rellenos y galleticas con la única intención de hacernos más soportable el paso del tiempo, en una demostración de voluntad democrática que tu ni siquiera soñaste.

Por supuesto mientras hacía mis horas de cola pensaba que si fuéramos un país decente, esa misma noche todo el CNE en pleno renunciaría a sus cargos por el fracaso tan rotundo que significa someter a toda la población a cinco, siete, diez, y hasta catorce horas de cola para elegir entre la opción A y la B, lo cual no parece ser difícil para una población acostumbrada a votar desde hace cuarenta y cinco años. Me imaginé que si este CNE estuviera en Alemania el presidente se suicidaría en público, si estuviera en Inglaterra el CNE pediría disculpas públicas, pero como está en Venezuela se felicita públicamente al CNE como a héroes por haber torturado a la población un día domingo.

Lograste tu objetivo otra vez, nos desgastaste por unos días, en los cuales la sorpresa y la indignación nos dejó bastante maltrechos, aunque insisto, solo por unos días. Ese silencio poblacional que ahora sufrimos es causa de la depresión colectiva, a la cual sabías que nos llevaría este resultado, sin embargo espero que sepas que no cesaremos hasta que quede internacionalmente demostrado el fraude, que no descansaremos hasta recuperar la soberanía y la libertad de este pueblo que magníficamente demostró sus cualidades el 15 de agosto, y por sobre todas las cosas espero sepas que no olvidaremos.

Tu responsabilidad histórica me obliga a escribirte estas palabras, el conocerte de siempre me obliga a pedirte que recapacites, y perdóname pero no me voy a creer el día de mañana cuando me digas que no estabas al tanto del fraude que se gestó a tus espaldas porque no te considero un imbécil.

Dr. Fernando G. Godayol D.