No se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo
El Nacional - Viernes 27 de Agosto de 2004 A/2
Política
Editorial
The Wall Street Journal
Es probable que la victoria del hombre fuerte de Venezuela, el presidente Hugo Chávez, en el referéndum revocatorio de la semana pasada cree un problema de largo plazo para los intereses estadounidenses en el Hemisferio Occidental. Por ello es aún más desconcertante escuchar al Departamento de Estado consagrando esta elección como un proceso justo y transparente.
El pasado lunes, un vocero del Departamento de Estado declaró: “Para atender esas acusaciones de fraude electoral, se realizó una auditoría. La auditoría no encontró ninguna base que ponga en duda los resultados de las elecciones”.
Sin embargo, estas auditorías pueden compararse con la que Arthur Anderson realizó en Enron. La muestra para la auditoría fue seleccionada por el Consejo Nacional Electoral (CNE), el cual está bajo el control de Chávez, y era demasiado pequeña como para ser considerada confiable en términos estadísticos.
El día del referéndum no se realizó auditoría abierta en los centros de votación para conciliar las papeletas con las máquinas de votación electrónicas, tal como lo había solicitado la oposición, porque el presidente Chávez no lo habría permitido.
Tampoco se realizaron auditorías a puerta cerrada con todos los miembros presentes del CNE porque el organismo controlado por Chávez no lo permitió.
No hubo inspección alguna de las máquinas de votación electrónicas inmediatamente después del sufragio porque Chávez no lo habría permitido.
Y no se confiscó la data electoral, en papel o digital, porque...
Bueno, ya saben por qué.
También sabemos que Chávez limitó considerablemente la entrada de observadores internacionales al país, algo que no se había hecho (aparte de Cuba) en América Latina desde que Manuel Noriega lo utilizó para robarse las elecciones de Panamá en 1989. La Unión Europea se rehusó a enviar observadores porque Chávez limitó rigurosamente la constitución del grupo y su capacidad para actuar.
Esto no impidió que Jimmy Carter trajera un equipo de inspección —de tamaño sumamente reducido a manos de Chávez — y que el ex presidente de Estados Unidos desempeñara un papel crucial en la bendición de los resultados, tal como lo escribe en una carta que nos envió el pasado martes. Vale la pena entonces hacer notar las razones que el presidente Carter cita como base de sus conclusiones, tal como las reseña en el informe sobre su viaje en su sitio Web.
“Escuchamos una letanía de predicciones catastróficas sobre trampas, intimidación y violencia real planificada por el gobierno para el día de las elecciones”, escribe Carter. Sin embargo, no observó motivo alguno de preocupación.
“Reportamos sobre la base de las garantías que recibimos del CNE y del ejército, las cuales respondían la mayoría de sus preocupaciones”. Finalmente, respaldó el resultado luego de decir que fue “invitado a presenciar la divulgación de la primera tabulación electrónica”. La lógica de Carter parece ser que podía juzgar que la elección era más o menos justa porque el ejército y el CNE de Chávez le había dicho que lo era.
Carter nunca realizó una auditoría completa de los resultados, los cuales difieren drásticamente de las encuestas a boca de urna y muestran cientos de centros de sufragio con máquinas de votación que totalizaron el mismo número de votos Sí, fenómeno que según expertos en estadísticas independientes es sumamente improbable.
No obstante, luego de “confirmar la legitimidad de los resultados” del CNE, Carter también revela en su sitio Web que llamó al secretario de Estado Colin Powell para informarle sobre la autenticación que habían hecho de los resultados. “Y él prometió emitir una declaración desde Washington respaldando nuestros hallazgos”. El Departamento de Estado procedió en consecuencia.
Nuestros amigos liberales continúan sermoneándonos para que aceptemos los resultados de Chávez, pues a veces los políticos antiestadounidenses efectivamente ganan elecciones.
Pero este revocatorio difícilmente fue tan transparente como, por ejemplo, las elecciones en Alemania que llevaron a Gerhard Schroder a la presidencia en 2002. Chávez tiene un registro de violaciones del Estado de Derecho en función de consolidar un poder político aún mayor.
Es aliado de Castro y está fomentando la inestabilidad en toda la región. El gobierno del presidente Bush, que actualmente lucha por la celebración de elecciones libres en Irak, debe tener estándares democráticos más rigurosos aquí en el Hemisferio Occidental.
Versión: Violeta Linares
© 2004. CA Editora El Nacional.
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